Si eres asiduo a poner las noticias, a tragarte las tertulias nocturnas y a escuchar a los políticos, supongo que lo tienes claro: ¿Qué es el mercado? Pues un montón de especuladores salvajes cerdos capitalistas que nos quieren arruinar y empobrecer más a los pobres mientras ellos se siguen enriqueciendo injustamente a costa de los de abajo.
O algo así.
Lo mismo que yo pensaba cuando me acerqué a «los mercados». Poco después, descubrí que llevaba dentro de estos mercados desde siempre. ¡Y resulta tú también! Atención a lo que llega ahora…
El mercado de toda la vida
Antes de hablar de los mercados financieros, hablemos de los mercados tradicionales. Si a tu abuela le preguntases qué es el mercado, ¿qué te respondería?
«Ay nieto, qué pamplinas dices con tu edad. Pues el mercado es la plaza del pueblo donde está la Manoli, la que me vende los garbanzos y las acelgas. Ponte a estudiar ya, bonico, que no acabes como tu primo.»
El mercado es un lugar (la plaza del pueblo) donde hay vendedores (la Manoli) y compradores (tu abuela).
Insisto: vendedores y compradores. Los dos tipos.
¿Y dónde están esos especuladores tan famosos de los mercados?
Sorpresa, sorpresa:
- Si tu abuela escucha el rumor de que los garbanzos este año van a subir de precio porque no ha sido un buen año en el campo, ¿qué va a hacer tu abuela en cuanto vaya al mercado?
Comprar todos los garbanzos que pueda antes de que suban de precio. ¡Menuda especuladora está hecha tu abuela!
- ¿Y si escucha que las acelgas van a bajar de precio?
Pues decidirá no comprar y esperar hasta la semana que viene. Una vez más, tu abuela está especulando con los precios en el mercado.
Tu abuela la especuladora
Tu abuela es una especuladora nata, como tú, como yo y como todos. Intenta conseguir los mejores precios y, dentro de sus posibilidades, se adapta para obtener el máximo beneficio.
Si puede adelantar compras con los precios que ella considera bajos, lo hace. Si puede decidir no comprar cuando los precios le parecen elevados, lo hace. Igual que tú, que yo y que todos aquellos conocidos como «especuladores». Resalto «considera» y «le parecen» porque tu abuela no es Dios y puede equivocarse, como todo hijo de vecino.
Primera lección: El mercado somos todos. Los vendedores, los compradores y también los que decidimos no comprar, quizá porque no nos interesa ese mercado o quizá porque estamos esperando mejores precios para comprar o vender.
Atención porque esto es importante:
Si muchos decidimos no comprar acelgas y la mercancía se le acumula al vendedor, tendrá que bajar los precios porque ese señor también tiene que pagar facturas y no le interesa que la mercancía se le pudra.
Es decir, no participar también afecta al mercado y la economía: es una decisión que tiene tanto efecto como comprar o vender. No puedes estar al margen del mercado o esperar no influir en él, se siente.
Aunque no participes, tu decisión tiene efectos.
¿Qué son los mercados financieros?
Una vez visto el mercado de los garbanzos y de las acelgas, vamos a ir pasando a los mercados financieros…
Los mercados financieros funcionan exactamente igual que los mercados de alimentos. La diferencia es que en los mercados financieros se vende y se compra rentabilidad para el dinero. «Rentabilidad» así, en general, ya sea a través de bonos, acciones, depósitos y otros tantos instrumentos desconocidos para el gran público.
Un buen ejemplo son los bonos del Tesoro, también conocidos como deuda soberana o deuda pública.
¿Has escuchado o dicho alguna vez algo de este estilo?
«Malditos especuladores, solo le prestan dinero al Estado al 5%, ¡cómo se aprovechan!»
En este caso, el Estado es el vendedor de deuda y los especuladores son los compradores, que solo quieren deuda si renta al menos un 5%, lo que te puede parecer abusivo.
Y aquí llegamos a la cuestión de «los especuladores salvajes que nos quieren arruinar».
¿Y tú qué pintas en todo esto, acaso eres solo un ciudadano que únicamente puede quedarse mirando cómo esos cerdos avariciosos arruinan a tu país?
No, no, no, nada de eso. Tú también has influido en el precio de la deuda pública y en esa rentabilidad del 5% que todos pagamos con nuestros impuestos.
En concreto, has influido a través de tu decisión de no participar en el mercado de deuda.
Reflexiona…
¿Es que no podrías haber decidido prestarle tus ahorros al Estado al 2%, por ejemplo? La respuesta es sí, no necesitas ser millonario.
Ve a www.tesoro.es y participa en la próxima subasta de deuda, lo puedes hacer a partir de 1000 euros. Acepta menos rentabilidad que los «malvados especuladores de los mercados» y estarás poniendo tu granito de arena para dejarlos sin negocio.
Ahora bien, si decides no hacerlo, igual que has hecho hasta ahora (no te lo tomes a mal, yo tampoco compro deuda), entonces no puedes quejarte de que otros ganen mucho dinero con ella. Por lo menos esos especuladores le prestan dinero al Estado, aunque sea a un precio elevado. Tú, ni eso.
Es más, quizá si las noticias dijesen que la rentabilidad está al 15% sí que te molestarías en enterarte cómo se hace eso de comprar deuda, ¿verdad? Pero al 5%… pues como que pasas.
Mejor quedarse en casa viendo el fútbol y criticar al que se la juega prestando dinero a un tipo de interés por el que tú ni te preocupas por aprender cómo funciona eso de la deuda pública.
¿Los mercados financieros son un grupo de malvados especuladores?
Claro que no. Los mercados financieros somos todos, y cada uno entra cuando considera que la rentabilidad es aceptable. Eso es especular, sí, pero de malvado no tiene nada.
Es más, el precio del mercado refleja al comprador y al vendedor más generosos. Quizá los especuladores de verdad somos tú, yo y todos los que nos quedamos fuera del mercado porque no nos interesa. Me explico.
¿Por qué un Estado tiene que emitir deuda a un «interés inadmisible» del 5%?
- Porque intentó conseguir financiación al 1% y nadie se la dio, ni el malvado especulador ni tú.
- Después mejoró las condiciones al 3% y nadie quiso financiarlo. El malvado especulador no quiso pero tú tampoco.
- Al día siguiente, el Estado ofreció desesperado un 5%… tú pasaste de su cara, pero el especulador fue más generoso y acabó aceptando. Ahí tienes la formación de precios.
El Estado mejoró sus condiciones y el malvado especulador fue el primero que dijo «venga, esto ya sí que lo acepto».
Tú no moviste ni un dedo y quizá no lo habrías movido hasta una rentabilidad mucho más elevada, porque en el sofá se está mucho más a gusto. ¡Tú eres el especulador salvaje!
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¿Qué te parece este lado de la historia? No me negarás que, por lo menos, da que pensar…
A donde quiero llegar es a lo siguiente:
- No eres un cerdo capitalista cuando regateas con las compañías telefónicas por 5 euros menos al mes.
- No eres un salvaje especulador cuando le pides un descuento al pobre albañil que te hace la reforma.
- No eres un tacaño pesetero cuando te cambias de banco porque en el nuevo te regalan un juego de sartenes.
Lo único que haces es intentar sacar el máximo partido a tu dinero, que tanto te ha costado ganar.
No eres mala persona por intentar sacar lo máximo del mercado de la telefonía, de las reformas o de los depósitos bancarios, pero los demás tampoco lo son por intentarlo en los mercados financieros.
Quítate los complejos. Invertir tus ahorros y buscar la máxima rentabilidad en cualquier mercado es ser financieramente inteligente.
Por tanto, déjate de tonterías y ten cabeza. Igual que la santa de tu abuela.
Un articulo buenisimo. Me ha encantado.
Antonio tienes el arte de hacer facil de comprender aquello que pudiera parecer dificil.
Muchas gracias.
Ah y tu video de actualizacion por zona privada genial.
Gracias por todo.
¡Muchas gracias! Me alegro de que te hayan gustado las dos actualizaciones. Llevo un tiempo sin escribir y temía estar oxidado 🙂
Hay que reconocer que sabes explicar las cosas. Y por otro lado, gracias por el video de inversión en índices. Es curioso comprobar que el seguimiento que hago cada mes es acertado gracias a tus conocimientos. Felicidades.
¡Gracias, Javier!
Siempre reconforta saber que el mensaje del artículo queda claro 🙂 Me alegro también de saber que vas acertando con los índices. Al final se acaba volviendo muy intuitivo la mayor parte del tiempo pero siempre viene bien ir añadiendo cosillas prácticas como esa doble oportunidad de febrero ante la cual no hay reglas escritas en piedra para aprovechar la revalorización posterior 🙂
¡Un saludo!
Coincido con los dos comentarios anteriores, Antonio; un artículo muy bien explicado. También te agradezco que hayas vuelto tras el verano con tanta fuerza y con vídeo de actualización del curso de índices.
Un saludo
¡Gracias, Cristina! Pues parece que hoy volvemos a tener movimiento. En un rato mandaré un e-mail avisando 🙂
Muy bueno y directo. Me ha gustado.
Aunque tamooco es por desgracia asi la cosa, aunque deberia. El problema a menudo ea que el mercado al que va mi abuela hay un extraño tipo que le dice que compre nueces cuando ni pensaba porque le curarán el reuma y ese tipo ha estado semanas absorviendo dicho activo. Y mil cosas asi.
Ahora te ánimo a hacer otro blog parecido en el que se dignifique o al menos des-satanize, el papel de los cortos 😉
Ahí ya entramos en las estafas, hay que andarse con mil ojos.
Los cortos son también unos incomprendidos. Por un lado los políticos les echan la culpa de todos los males cuando la economía se hunde y, por otro, los inversores con posiciones largas se suman a las críticas (aunque son ellos los que han dejado sus acciones para que los cortos puedan abrir posiciones). No descarto ese artículo 😀