Todo tiene un final. Todo menos la muerte, que dura para siempre cuando llega.
Con esta presentación tan optimista presento el final de mi posición en Altia, una pequeña consultora tecnológica española, a 17 de abril de 2018.
Como ya es costumbre, hace unos meses informé en redes sociales de que había llegado el momento de vender mis acciones en esta empresa. Mi primera venta desde que lancé MIP en verano de 2015. ¡Veamos qué ha ocurrido!
¿Por qué compré Altia?
Si llevas un tiempo por esta web, quizá recuerdas a Altia porque es la empresa que utilicé para explicar cómo analizar un balance a finales de 2015.
Altia es una empresa que se dedica a la «consultoría tecnológica». ¿WTF?
«Consultoría tecnológica» no es más que la forma molona de decir «te hago la página web, te instalo el antivirus, te monto la intranet, te configuro la sala de reuniones para que hagas Skype y todo lo que quieras de informática». Acompáñalo de términos novedosos como big data y machine learning para tener guinda del pastel.
En su día, las razones para comprar acciones de Altia se resumen en lo siguiente:
Crecimiento del sector
Es uno de mis motivos favoritos para invertir. En un sector que crece, los competidores se pegan pocos codazos. Todos están tienen nuevos clientes que atender, más ventas, más negocio…
Cuando el sector se estabiliza, ya es otra cuestión. Entonces llegarán las guerras de precios y las jugarretas corporativas. Hasta entonces, invertir en un sector en crecimiento siempre otorga un plus de seguridad.
Costes de cambio
Los costes de cambio son una de las ventajas competitivas del manual de la inversión en valor. Si encuentras una empresa con una base de clientes muy estable y recurrente, puede que los costes de cambiarse a la competencia sean muy elevados.
¿Un ejemplo? Tu banco. ¿A que te da pereza cambiarte otro? Mira qué follón:
- Avisa a tu empresa para que te pasen la nómina a otra cuenta a partir de ahora.
- Busca todos los recibos que tienes domiciliados para llevártelos al banco nuevo.
- Echa un vistazo al contrato con tu banco actual, no sea que tengas un compromiso de permanencia o una comisión por cancelación anticipada por ahí escondida en la letra pequeña.
- Vete al banco nuevo a hacer papeleo.
- Espera un par de semanas a que te envíen la nueva tarjeta de crédito por correo.
Menudo peñazo. No compensa cambiarse de banco por un juego de cacerolas ni por un 0,3% más de interés.
Con las consultoras tecnológicas ocurre lo mismo. Tu gran empresa acaba dependiendo profundamente de la consultora de turno. Te han montado la web, te han programado a medida el programa de gestión de cuentas de clientes, te actualizan los certificados de seguridad regularmente… después de un tiempo, se han integrado tanto en tu empresa que hasta es común que tengan un par de empleados a tiempo completo en tu oficina, a modo de enlace.
Los cambios cuestan, cada equipo trabaja con lenguajes de programación distintos y a los programadores les cuesta entender el código que ha escrito otro. Muchas veces prefieren reescribirlo y rehacer gran parte del trabajo.
Tus proyectos se tendrán que retrasar: la competencia te va a cobrar 10 al mes y va a tardar dos años, mientras que tu consultora actual te cobra 12 pero tarda la mitad de tiempo porque ya está adaptada.
¿Cuáles son los beneficios de los costes de cambio?
Para el cliente ninguno. De hecho, se le denomina «cliente cautivo». Poco más hay que explicar.
Para Altia y las demás consultoras (esta ventaja existe en todo el sector), el beneficio es la estabilidad en las ventas. Los clientes de hoy están casi garantizados el año que viene. Alguno se irá pero, en un sector en crecimiento y con costes de cambio, puedes asumir razonablemente que el crecimiento de las ventas consolida cierta cifra de negocios para el ejercicio siguiente.
Valoración
Cómo no, la valoración también es importante. Altia no es Google, ni Inditex, ni Booking ni Apple, así que no iba a pagar un PER 25. Esos múltiplos están reservados solo para la crème de la crème.
Descubrí las acciones a 10 euros en verano de 2014. No me convencía ese precio pero tuve la suerte de que cayeron hasta 7,30 a finales de año, así que no tuve que esperar mucho para comprar. El BPA era entonces de 0,43, un aceptable PER 17 para una empresa en expansión y en la que el presidente se juega el tipo con casi todo su patrimonio invertido en la empresa.
¿Cómo evolucionó Altia?
Un año después, la empresa había subido un 70%. ¡Menudo regalazo!
La evolución de la cotización fue más rápida que la del beneficio de la empresa, así que se redujo su margen de seguridad, como puedes ver en la imagen. En este artículo que escribí por aquel entonces encontrarás más detalles.
El resumen es que decidí aguantar. Si de algo pecamos los inversores en valor es de vender demasiado pronto. Altia seguía en un sector en fuerte crecimiento y el cálculo del valor en torno a los 12 euros no recogía las perspectivas a medio plazo.
¿Por qué vendí Altia después?
Cuando las acciones llegaron a 16 euros, decidí salir de este valor. El análisis del sector ha variado poco, pero Altia no es igual de interesante a 16 euros que a siete.
Además, como bien reconoce el presi en sus cartas a los inversores: «El mercado demanda más tamaño y la concentración en la oferta que propician los clientes es una realidad». Y parece que el resto de competidores, como Everis o GFI, orientan su estrategia a lo que exige la demanda, ser cada vez más grande, multidisciplinar y ofrecer los servicios a precio competitivo.
Pero Altia quiere ir a contracorriente y «crecer bajo nuestro modelo», que es el de especializarse y contentarse con un tamaño moderado. Y esto no me hace gracia.
¿Cuál es el problema? ¿Es que yo sé más que el presidente y accionista mayoritario de Altia? En absoluto. Esa es la cuestión: mi ignorancia.
No estoy cualificado para evaluar si esta decisión será acertada. Aquí entra en juego un concepto sobre el círculo de competencia del que nunca he oído hablar, así que le he dado un nombre:
La progresividad del círculo de competencia
El famoso «círculo de competencia», esos sectores o empresas que conoces y, por tanto, en los que puedes invertir con fundamento, no es binario.
Uno puede entender cero de minería, poco de telecomunicaciones, bastante de transporte internacional y una burrada de sanidad. La clave está en conocer tus propios límites.
El sector de la consultoría TIC entra dentro de mi círculo de competencia, pero con límites. No soy un hacha, hay cuestiones de este mercado que no entiendo y debo reconocerlo.
Altia a 7 euros era una gran inversión para mí. Era consciente de lo que no sabía, pero ese precio me protegía de lo que ignoraba. Había comprado con margen de seguridad.
Altia a 16 euros puede seguir siendo interesante… para otro que sepa más. El que siga invertido en la empresa debe conocerse este sector al dedillo. Yo lo he intentado pero no he conseguido justificar esta decisión estratégica de la empresa y, cuando dejo de entender mi inversión, me voy.
Nadie del sector me ha podido confirmar que la estrategia de Altia sea correcta. Por alguna razón, el sector de actividad mayoritario entre mis amigos y contactos es el de la consultoría TIC y, cómo no, siempre les doy la tabarra con el tema.
¿Qué sabe hacer tu empresa que las demás no? ¿Qué opinas de Altia? ¿Qué se comenta en el mundillo?
No ha habido ninguna respuesta que se haya salido de este patrón: Todas las consultoras son iguales, todas saben hacer de todo.
Por lo que parece, las diferencias son similares a las de las carnicerías de tu localidad: ubicación, cercanía con el vendedor, marca de los embutidos… pero poco más. La carnicería de ternera angoleña para clientes VIP no existe. La especialización requerida por los clientes del sector no es suficiente.
¿Quién tiene razón, el presidente de Altia o mi entorno? Como mis conocimientos del sector son limitados, no puedo responder. Mejor me largo.
El futuro
Con mis limitados conocimientos, calculo que el valor de Altia está en torno a 21 euros. Creo que la empresa seguirá creciendo modestamente y la cotización reflejará ese valor en un par de años.
Ahora bien, el recorrido hasta esos 21 euros no me vale la pena. No tengo sé lo suficiente para intentar pelearlos, así que es mejor dejárselos a otro.
Esa revalorización potencial puedo conseguirla en otras empresas que sí entiendo mejor (como mi reciente inversión en Inditex) o simplemente en índices, que pueden subir tanto o más que Altia en lo que queda de ciclo económico.
Conclusión: conoce tus límites y vende en consecuencia
No siempre tienes por qué vender cuando se alcance el valor intrínseco de tus inversiones. Si no conoces del todo un sector o si la estrategia de tu empresa no te cuadra, es interesante mantener tus posiciones solo si la diferencia entre precio y valor es tan abultada que tienes margen de seguridad suficiente para protegerte de lo que no sabes.
Cuando la cotización sube y este diferencial se reduce, estás expuesto. El último duro lo peleará gente que entiende muchísimo del sector y, si el mercado cree que Altia no vale esos 21 euros que yo calculo con conocimientos limitados, puedo verme atrapado en una posición que no avanzará durante años.
Ese riesgo se limita muy fácilmente: conoce tus límites, vende cuando el margen de seguridad ya no compense tu ignorancia, felicítate por una operación rentable y mete tu dinero en otro lado, ¡tienes miles de opciones!
Hola:
Quisiera saber de inditex,para cuando?
¡Hola, Alberto!
Si todo va bien, el artículo de Inditex llegará la semana del 7 de mayo 🙂
¡Un saludo!